10 abril 2007

JACQUES LOUIS DAVID

EL PINTOR DE LA REVOLUCIÓN Y DEL IMPERIO

Jacques Louis David: "El entierro de los hijos de Bruto" (1789). París.

Interesante vida la del pintor francés Jacques Louis David (1748-1825), que podemos considerar como uno de los más grandes autores del neoclasicismo en Europa. En su juventud viajó a Italia, donde pudo admirar a los autores renacentistas, así como las manifestaciones de la época clásica y donde forjó las ideas que le conducirían a consolidar su estilo.

De regreso a Francia, David alcanzó pronto fama de artista consumado, tras la realización de obras como "el Juramento de los Horacios", en la que hace, desde un punto de vista basado en la solemnidad, toda una loa al cumplimiento del deber y a las exigencias éticas. Cuando estalla la revolución francesa, participa activamente en ella, hasta el punto de ser diputado en la Asamblea Nacional. En estos momentos su ideología está bien próxima a los planteamientos jacabinos, de cuyo líder, Robespierre, fue amigo. A la caída de éste, nuestro pintor pasa una temporada en la cárcel. De esta etapa son sus obras consagradas a los líderes de la revolución y, entre ellas, "la muerte de Marat".
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Jacque Louis David: "Napoleón en su estudio" (1812). Washington.

Cuando David sale de la cárcel, se encuadra en los círculos más próximos a la nueva estrella de la revolución: Napoleón Bonaparte, de quien acabaría convirtiéndose en pintor oficial. Cultivó entonces obras de gran formato, acordes con el espíritu de grandeza imperial que se extendía por Francia. Entre ellas, ocupa un papel destacado "La Coronación de Napoleón y Josefina", en el que nos deja un magistral ejemplo del retrato de grupo, aunque en este caso el número de retratados esté próximo a las doscientas personas.

Esta vinculación a la figura de Napoleón acabaría pasándole factura: el pintor que había obtenido fama y éxito, que tuvo como discípulos a los más importantes artistas de la época, el envidiado por todos, acabó exiliándose a Bélgica tras la caída de su protector y ya no volvería más a Francia, dedicándose sobre todo al retrato, hasta que la muerte le sorprendió en Bruselas en 1825.

No dejéis de ver esta excelente web-exposición del Museo del Louvre sobre el cuadro de la coronación de Napoleón. Podéis además leer una biografía de David y ver 54 de sus obras en este enlace de la Olgas´s Gallery.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé por qué dice usted que el neoclásico es una chufa. A mí me encanta el cuadro de los Horacios.

Juan Diego Caballero dijo...

Yo no he dicho eso, ni mucho menos. Otra cosa es que no me resulte atractiva la arquitectura neoclásica o que me digan poco las obras de Cánova, al que, por otra parte, le reconozco un gran mérito escultórico. Sí me parece interesante el Juramento, y no digamos la muerte de Sócrates.
En fin, en arte (como siempre) todo es opinable. En eso consiste el misterio.
Saludos cordiales
JDC

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